Anoche andaba con sensaciones raras por el cuerpo y algunas imagenes que ya son fijas en mi mente cada año que llega este dia. Dias tristes que nos recuerdan que siempre hay una vez para despedir a alguien muy querido.
No pensaba hacer un audio porque aunque este es un espacio de reflexiones, no me gusta dejarles con mal sabor. Ademas siempre me quedo con la parte positiva de todo y asi intento transmitirlo.
Pero, como les decia, en medio de esta nostalgia que llega con un aniversario, aparece una especie de relato que comienza a darme la razon de como me siento. Y es por eso que he querido leerlo aqui para que esas palabras tan bien expresadas sigan volando alli donde haga falta. Me gustaria contarles quien lo escribio pero no he conseguido averiguar. De igual manera ahi les va:
Cuando Se Cierra la Casa de los Abuelos*
Uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos , y es que, al cerrarse esa puerta, damos por finalizados los encuentros con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales cuando se juntan, enaltecen los apellidos, como si de una familia real se tratase, y llevados siempre por el amor a los abuelos, cual bandera. Cuando Cerramos la casa de los Abuelos , damos por terminado las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso, novios pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respira. Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz. Los reencuentros en navidad, regados con el olor a pintura fresca cual incienso, con gaitas y música de Billo’s al fondo, las tertulias de enramada, que cada año que llegan piensas si será la última vez… Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo y las risas serán un recuerdo ido de tal vez tiempos mejores. El año pasa mientras esperas estos momentos, y sin darnos cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo, hasta el cafecito de la cena, porque cuando se está en familia, el tiempo no pasa y ese café es sagrado. Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia, o a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido. Siempre habrá una ollita con café, o alguien dispuest@ a hacerlo. Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente, es tu pueblo. Cerrar la casa de los abuelos , es decir adiós a las canciones con la abuela y a los consejos del abuelo, al dinero que te dan a escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se fueron demasiado pronto. Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las ollas, y disfrutar el plato de ese día. Así que, si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla cada vez que puedas, porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos o a tus viejos, sentados esperando para darte un beso, es sentir la sensación más maravillosa que puedas tener en la vida. Si resulta que ahora nos toca ser abuelos, y ya nuestros padres no están, nunca perdamos la oportunidad de abrir las puertas a nuestros hijos y nuestros nietos y celebrar con ellos el don de la familia, porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los más cercanos y a los que les rodean. Disfruten y aprovechen la casa de los abuelos mientras puedan, pues llegará un momento en que, en la soledad de sus paredes y rincones si cierras los ojos y te concentras, podrás escuchar tal vez el eco de una sonrisa o un llanto atrapado en el tiempo, y al abrirlos de nuevo, la nostalgia te atrapará, y te preguntarás, ¿porqué se fue todo tan deprisa? Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue, sólo que lo dejamos ir….
Hasta aqui llega el relato de este autor desconocido que encontro las palabras adecuadas para describir lo que todos sentimos. No le quise cambiar ni una coma porque es perfecto como es, pero si pudiera seguirlo añadiria que se acaba “esa “casa de los abuelos. En nuestras manos estara que cada uno de esas ramitas que nacio de ellos de sentido a ese amor que dejaron en nosotros. Cuando se cierra la casa de los abuelos, dejaremos de vernos por un tiempo, quizas nuestras costumbres cambien y nuestros pasos ya no nos lleven alli, a ese lugar donde nos reuniamos tios, primos y hermanos. Pero si les tenemos presentes y recordamos sus enseñanzas de amor por la familia, nada habra sido en vano. Conseguiremos hacer nuestras propias casas de abuelos, y aunque ellos no esten fisicamente, lo estaran si viven en nuestros corazones. Lo sabremos cuando nuestros hijos y nietos nos empiecen a decir que nuestro cafe sabe diferente. Esa es una buena señal, se estara fraguando la proxima casa de los abuelos. No quiero olvidar nunca a los mios, y les doy las gracias por tanto amor que me dieron.Hoy soy consciente de que el ciclo de la vida se repite una y mil veces y lo unico que podemos hacer para mirarlo sin tristeza es ir ocupando el lugar que nos corresponde en nuestro ciclo. Cuando lleguemos a la edad de los abuelos, entenderemos su soledad, sus preocupaciones pero tambien tendremos su legado. Legado de familia que es el pegamento que nos une a todos por siempre. Cuando este dia de los que se han ido, encendamos una velita por ellos, no olvidemos que nos toca recoger el testigo que nos pasaron, con el fin de que la familia no muera con ellos.